El legado de Sergio Gómez, el icónico vocalista de K-Paz de la Sierra, sigue vivo en la memoria colectiva, pero 17 años después de su trágica muerte, su familia ha decidido romper el silencio. En una reveladora entrevista, su esposa, Felicitas García, ha compartido detalles inéditos sobre la inseguridad que asolaba México en aquellos años y el oscuro contexto que rodeó la vida y muerte de Sergio.
Nacido en Ciudad Hidalgo, Michoacán, Sergio se convirtió en una figura emblemática de la música duranguense a principios de los 2000. Con su carisma y talento, llevó a K-Paz de la Sierra a la cima de las listas, pero la fama también atrajo peligros inminentes. Las amenazas de organizaciones criminales eran una constante, y muchos músicos, como Sergio, enfrentaron la sombra del narcotráfico.
La noche fatídica del 29 de noviembre de 2007, tras un concierto, Sergio fue secuestrado. Su cuerpo, encontrado días después, llevaba las marcas de una brutalidad indescriptible. El impacto de su muerte resonó en el corazón de sus seguidores, que aún lloran su pérdida y se preguntan por la justicia que nunca llegó.
Felicitas revela que, a pesar de las amenazas, Sergio nunca dejó de soñar. En su última conversación, expresó un tono de despedida, un indicio de la trágica realidad que se avecinaba. Su legado musical, consolidado por su álbum póstumo, continúa vivo, pero la lucha por su memoria se ve empañada por disputas familiares y la controversia de una película que, en lugar de honrarlo, sugirió traiciones inverosímiles.
Hoy, la historia de Sergio Gómez no solo es un recordatorio del talento perdido, sino también un llamado a la reflexión sobre la violencia que sigue afectando a la industria musical en México. Las voces de quienes lo amaron y recordaron su música deben ser escuchadas, no solo por su legado, sino por la búsqueda de justicia que aún persiste en la penumbra.