El manotazo de Doña Letizia al Rey Felipe durante su reciente visita a La Palma ha capturado la atención de todos, convirtiéndose en un momento viral que ha dado mucho de qué hablar. Este encuentro, que tuvo lugar el 6 de junio, no solo fue una visita protocolaria, sino una emotiva conexión con las víctimas de la erupción del volcán Tajogaite, que devastó la isla hace más de tres años. Los monarcas llegaron a la plaza de la Laguna, un lugar emblemático que simboliza la lucha y la resiliencia de los palmeros.
El Rey Felipe VI, visiblemente conmovido, se acercó a los afectados para escuchar sus historias de superación y reconstrucción, mientras que la Reina Letizia, en un arrebato de frustración, le dio un fuerte manotazo en el hombro al monarca. Este gesto inesperado ocurrió cuando Felipe intentó saltarse el protocolo para saludar a los presentes, y Doña Letizia, con su acción, le recordó la importancia de mantener la formalidad en un acto de tal envergadura. El incidente, captado por las cámaras, ha suscitado un intenso debate sobre la espontaneidad y las normas en los actos de la realeza.
Los reyes se reunieron con familias que han reconstruido sus hogares y con aquellos que aún luchan por recuperarse. La visita fue un recordatorio del compromiso de la corona con su pueblo, a pesar de las tensiones personales que pudieron surgir. La Palma, aún marcada por la tragedia, encontró en este reencuentro un rayo de esperanza.
Las reacciones al manotazo y a la visita han sido variadas. Algunos ven en el gesto de Doña Letizia una defensa del protocolo, mientras que otros lo consideran una muestra de la presión que enfrentan los royales en eventos tan cargados emocionalmente. Sin duda, el encuentro dejó una impronta en la memoria colectiva de La Palma, un recordatorio de que, a pesar de las adversidades, la conexión humana y el apoyo mutuo son fundamentales.