El mundo de la música regional mexicana se encuentra en estado de choque tras el brutal asesinato de cinco integrantes del Grupo Fugitivo, una banda reconocida de corridos. La Fiscalía de Tamaulipas confirmó que los músicos desaparecieron el 25 de mayo después de una presentación en Reynosa, cuando se dirigían a un evento privado. Sus cuerpos fueron hallados posteriormente, calcinados en un terreno baldío, lo que sugiere una emboscada premeditada.
Carlos González, vocalista principal del grupo, logró escapar de la muerte por una trágica coincidencia. Aunque tenía planes de asistir al mismo evento que sus compañeros, llegó tarde y en un vehículo diferente. Al llegar al lugar de encuentro y no encontrar a nadie, decidió regresar a casa, lo que, según informes, le salvó la vida. Los fallecidos fueron identificados como Francisco Javier Vázquez, Nemesio Durán, Víctor Garza, José Francisco Morales y Liban Solís, quien era el manager y fotógrafo del grupo.
Familiares y organizaciones han denunciado que el grupo fue citado bajo falsos pretextos, lo que culminó en un secuestro y asesinato. La Fiscalía ha informado sobre la detención de nueve presuntos responsables, vinculados al Cártel del Golfo, específicamente a la facción conocida como “los metros”. La investigación se apoya en videovigilancia y análisis de llamadas que permitieron rastrear el traslado de las víctimas a un predio en la colonia Aquiles Cerdán.
Este crimen ha generado una ola de indignación en Tamaulipas y ha reabierto el debate sobre la seguridad de los artistas en regiones dominadas por el crimen organizado. Agrupaciones musicales del norte del país han señalado amenazas, extorsiones y ataques por parte de grupos armados que operan con total impunidad, poniendo en riesgo la vida de quienes dedican su talento a la música. La comunidad artística clama por una respuesta contundente ante esta alarmante situación.