En un giro inesperado en las tensiones comerciales, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha decidido aumentar los aranceles sobre el acero importado del 25% al 50%, intensificando así la presión sobre las relaciones comerciales con China y otros socios estratégicos. Durante una conferencia de prensa el viernes, Trump acusó a Pekín de haber violado los términos del acuerdo que buscaba reducir las tarifas, una declaración que resonó con fuerza en el ámbito internacional.
“Vamos a elevar los aranceles al acero del 25% al 50% en Estados Unidos. Nadie lo va a eludir”, afirmó Trump con firmeza, destacando su compromiso de proteger la industria siderúrgica estadounidense en un momento en que las negociaciones con China se encuentran en un punto muerto. Este anuncio, que promete reavivar un conflicto comercial que muchos esperaban que se enfriara, se produce en un contexto donde las tensiones ya habían alcanzado niveles alarmantes, con aranceles que en algunos casos llegaban hasta el 145%.
La decisión ha provocado reacciones inmediatas, tanto dentro como fuera de Estados Unidos. Mientras que el secretario del Tesoro, Scott Besent, expresaba que las conversaciones con China están estancadas, la respuesta de Pekín no se hizo esperar. El Ministerio de Relaciones Exteriores chino ha reiterado su posición sobre los aranceles, subrayando que ya han expresado su preocupación en múltiples ocasiones.
El impacto en la economía global se siente a medida que las empresas se preparan para un nuevo ciclo de incertidumbre. Con los aranceles exorbitantes en el horizonte, muchos temen que las cadenas de suministro se vean aún más comprometidas, paralizando el comercio entre las dos economías más grandes del mundo. La pregunta en el aire es si Trump logrará resolver esta crisis con el presidente chino, Xi Jinping, o si, por el contrario, se avecina una nueva era de hostilidades comerciales.