Una joven estudiante fue víctima de feminicidio a manos de un falso domiciliario.


Una joven estudiante de comunicación social, María José Estupiñán Sánchez, fue brutalmente asesinada en Cúcuta por un sicario que se hizo pasar por domiciliario. El horrendo crimen ocurrió en la puerta de su casa, cuando la joven, de 22 años, salió a recibir un paquete. El atacante, que primero entregó una caja de chocolates, le disparó en múltiples ocasiones antes de escapar. La escena fue capturada por una cámara de seguridad, lo que podría ser crucial para la investigación.

María José, conocida como “la mona”, estaba en séptimo semestre y había emprendido su propio negocio de ropa deportiva, lencería y calzado. Su vida se apagó de manera trágica en el barrio del Bosque. Este asesinato no solo conmociona a su familia y amigos, sino que también revela las fallas del sistema de protección a las víctimas de violencia.

La joven había denunciado a su expareja por violencia intrafamiliar, quien la acosaba y la había violentado en varias ocasiones. A pesar de haber activado los protocolos de seguridad y haber solicitado asistencia de las autoridades, el estado colombiano falló en protegerla. En días recientes, María José había recibido la noticia de que un juez había fallado a su favor en relación a su denuncia, y estaba a la espera de una millonaria indemnización.

Las autoridades están en la búsqueda del asesino, quien podría estar vinculado a un crimen pasional. Este trágico suceso eleva una vez más el clamor por justicia y protección efectiva para las mujeres en el país. La comunidad exige respuestas inmediatas y acciones contundentes para evitar que más vidas se vean truncadas por la violencia de género. La indignación crece y la pregunta persiste: ¿cuántas víctimas más deben caer antes de que se tomen medidas reales?