Indignación y controversia estallan en el ámbito político colombiano tras la presentación de una demanda de pérdida de curul contra el senador Miguel Uribe Turbay, quien se encuentra en estado crítico en la UCI de la Fundación Santa Fe de Bogotá, luchando por su vida. Esta demanda, presentada por la Confederación Unión de Trabajadores de Colombia (UTC) y el Sindicato de Servidores Públicos del Ministerio de Defensa, ha sido calificada como un ataque rastrero y oportunista en un momento en que el congresista se debate entre la vida y la muerte.
Desde hace 19 días, Uribe ha estado recibiendo tratamiento intensivo tras un atentado que lo dejó gravemente herido. Los argumentos de la demanda, que lo acusan de estar inhabilitado por su investidura para realizar actos de proselitismo, han sido rechazados enérgicamente por su partido, el Centro Democrático, y otros sectores políticos, quienes consideran que este acto es un despropósito e inhumano.
La senadora Paloma Valencia expresó su repudio, afirmando que la demanda contrasta con la solidaridad mostrada hacia Uribe en estos momentos críticos. Otros líderes políticos, como Nicolás Echeverry, también han calificado la acción como un reflejo de la miseria institucional y un oportunismo que no tiene cabida en tiempos de crisis.
La indignación es palpable en el país, donde muchos consideran que este tipo de acciones son un insulto a la lucha por la vida del senador. La reacción negativa ha crecido, y se espera que el Consejo de Estado evalúe la demanda en medio de un clima de rechazo generalizado hacia lo que se percibe como un ataque a la dignidad humana y a la institucionalidad. En un momento en que el país observa con preocupación la salud de Miguel Uribe, la política se tiñe de un dramatismo que deja al descubierto la bajeza de algunos sectores.