Lalo el mimo está ahora casi a punto de cumplir 90 años y su vida es triste. Esta es la razón por la que terminó en la calle.


**Lalo el Mimo: Una Leyenda en la Cuerda Floja de la Vida**

A los 89 años, Lalo el Mimo, un ícono del humor mexicano, se encuentra en un delicado estado de salud tras sufrir una fractura de cadera que lo llevó a cirugía de emergencia. Su vida, marcada por risas y aplausos, ahora se ve ensombrecida por una realidad desgarradora: el hombre que hizo reír a generaciones vive en soledad, casi sin recursos y anhelando regresar al escenario que lo vio nacer como artista.

Lalo, cuyo verdadero nombre es Eduardo de la Peña, fue un pionero del mimo y un comediante aclamado. Desde sus inicios en el teatro universitario hasta su éxito en más de 120 películas, su carrera fue un viaje de risas que resonó en todo el mundo, incluso en Europa, donde conquistó el corazón de muchos. Sin embargo, el tiempo ha sido implacable. La industria del entretenimiento, que alguna vez lo aplaudió, lo ha olvidado, dejándolo en la penumbra de un pasado glorioso.

La caída que lo llevó al hospital no solo ha dejado huellas físicas; también ha revelado la fragilidad de un artista que, a pesar de sus dolencias, se niega a rendirse. “Quiero volver a actuar”, dice Lalo, no por necedad, sino porque la actuación es su esencia. Su hija, Marie Carmen, se ha convertido en su apoyo incondicional, renunciando a su propia carrera para cuidar de él, un reflejo del amor que une a esta familia.

En un mundo donde la juventud predomina, Lalo se enfrenta a la dura realidad de ser un veterano olvidado. “Te desechan como basura”, expresó en una reciente entrevista, resonando con una tristeza que no busca compasión, sino reconocimiento. La industria que una vez lo celebró ahora lo ignora, y su voz, aunque debilitada, aún guarda la chispa de un hombre que ha dedicado su vida al arte.

Mientras su salud continúa deteriorándose, la comunidad artística y sus seguidores esperan que Lalo reciba el homenaje que merece. Su legado, hecho de risas y dignidad, no debería caer en el olvido. La historia de Lalo el Mimo es un recordatorio de la fragilidad de la fama y la importancia de valorar a quienes nos han hecho reír, incluso en los momentos más oscuros.