“ATENTADO A MIGUEL URIBE: ¿QUIÉN ORDENÓ SU MUERTE?”


**Título: “El Atentado a Miguel Uribe: Un Eco de la Violencia Política en Colombia”**

El 7 de junio de 2025, Colombia despertó con un disparo que resonó más allá de las calles de Cúcuta, un ataque directo contra la democracia y la esperanza. Miguel Uribe Turbay, un joven candidato presidencial con un apellido que carga historia, fue el blanco de un atentado que dejó a la nación en estado de shock. Mientras su caravana se dirigía a un evento con más de mil simpatizantes, un adolescente de 17 años, armado y aparentemente entrenado, disparó contra el vehículo blindado donde se encontraba Uribe. El impacto se detuvo en el vidrio resistente, pero la pregunta persiste: ¿quién está detrás de este ataque?

El tirador, conocido como “el zurdo”, fue arrestado sin resistencia, como si supiera que había una mano poderosa protegiéndolo. Los mensajes en su teléfono revelaron un respaldo oscuro, sugiriendo que no actuó solo, sino que formaba parte de una operación meticulosamente planificada. La reacción del presidente Gustavo Petro, quien tardó 36 horas en condenar el ataque y en cambio mostró preocupación por el atacante, ha suscitado un torrente de especulaciones. ¿Es este silencio una señal de complicidad o miedo?

La historia de Colombia está marcada por la violencia política, y este atentado revive las sombras del pasado. Uribe, nieto de un expresidente asesinado y defensor de la justicia social, se había convertido en un símbolo de esperanza para muchos. Sin embargo, su supervivencia plantea una inquietante cuestión: ¿es este el inicio de una nueva ola de violencia política en un país que aún no ha sanado sus heridas?

Las cámaras de seguridad fallaron en el momento crucial del ataque, y los testimonios de testigos apuntan a una coordinación que va más allá de un acto aislado. En un contexto donde el miedo y la impunidad parecen dominar, la sociedad colombiana se enfrenta a un dilema: ¿silenciarse ante el terror o alzar la voz en defensa de la democracia? La historia aún no ha terminado, y el eco de este atentado resuena, recordándonos que las balas no solo buscan cuerpos, sino también ideas.