Elon Musk, el magnate sudafricano conocido por su audaz enfoque empresarial, ha dado un giro inesperado al anunciar su salida del gabinete del presidente Donald Trump. En una declaración explosiva, Musk expresó su decepción con el plan fiscal del presidente, una legislación que él considera un “proyecto de ley de gasto masivo” que socava los esfuerzos de su departamento de eficiencia gubernamental, conocido como DOGE.
La noticia se dio a conocer el miércoles, cuando Musk, quien había sido designado como asesor especial, agradeció a Trump por la oportunidad de liderar un esfuerzo ambicioso para reducir el gasto federal. Sin embargo, su misión de eliminar billones de dólares de la burocracia se ha visto frustrada, y su salida se produce tras meses de resistencia interna y litigios. Aunque logró recortar cerca del 12% de la fuerza laboral federal, sus objetivos se fueron desdibujando, y ahora se retira con la sensación de que su trabajo ha sido en vano.
Musk no se tomó el tiempo para una despedida formal; su salida fue rápida y sin contemplaciones, dejando a muchos sorprendidos. Su crítica al plan fiscal de Trump, que incluye recortes de impuestos y una expansión de la inmigración, fue el catalizador de su decisión. En una entrevista reciente, Musk no dudó en calificar la legislación como un obstáculo para su trabajo en DOGE, lo que refleja un claro distanciamiento del presidente.
Con su renuncia, Musk parece decidido a abandonar el mundo político para enfocarse en sus empresas, especialmente en Tesla y su nueva startup de inteligencia artificial, XXII. Su partida marca un cambio significativo en la dinámica de la administración Trump, y plantea interrogantes sobre el futuro de los esfuerzos de reducción del gasto en el gobierno federal. Mientras tanto, el eco de su decepción resuena en Washington, dejando a muchos preguntándose qué vendrá a continuación en este drama político en constante evolución.