El brutal asesinato de los cinco integrantes del Grupo Fugitivo ha sacudido a México, revelando una vez más la oscura intersección entre el arte y la violencia del crimen organizado. Este trágico suceso, que ocurrió en Reinosa, Tamaulipas, no solo ha dejado a una comunidad en luto, sino que también ha puesto en evidencia cómo la música puede convertirse en un blanco para la brutalidad del narcotráfico.
Los jóvenes músicos, todos menores de 35 años, fueron hallados sin vida en una fosa improvisada, con signos de tortura y ejecución. Su desaparición comenzó tras un concierto en un bar, donde ya habían recibido amenazas directas relacionadas con su música. En particular, una canción que abordaba la traición dentro de estructuras criminales parece haber sido el catalizador de su trágico destino.
La inacción de las autoridades ante las amenazas previas es alarmante. Pese a las denuncias, las respuestas fueron lentas y casi burocráticas, dejando a las familias en la agonía de la incertidumbre. La Fiscalía de Tamaulipas finalmente identificó al menos dos células criminales en la región, pero el daño ya estaba hecho. La comunidad artística ha reaccionado con indignación, cuestionando la seguridad de los músicos en un país donde el arte se ha convertido en un acto de valentía.
El Secretario de Seguridad Federal, Omar García Harfuch, admitió que el Estado falló y anunció medidas para proteger a los artistas en zonas de riesgo. Sin embargo, estas palabras surgen en un contexto donde la falta de acción ha costado vidas. La creación de un protocolo nacional de protección es un paso necesario, pero su efectividad dependerá de su implementación real y de la voluntad política para enfrentar al crimen organizado.
El eco de las canciones del Grupo Fugitivo seguirá resonando, no solo en la memoria de sus seres queridos, sino también como un grito de resistencia en una sociedad que se niega a ser silenciada. Este triste capítulo no es solo un recordatorio de la violencia; es una llamada a la acción para que la música continúe siendo un refugio y una forma de expresión libre en México.