Ucrania ha desatado un ataque sin precedentes contra las fuerzas rusas, devastando más de 40 aviones de combate en un asalto coordinado que se extiende por miles de kilómetros. En un giro inesperado, la operación, denominada “Telaraña”, sorprendió al Kremlin, que no anticipó tal nivel de agresión. Este domingo, drones controlados a distancia lanzaron su ofensiva contra cuatro bases aéreas rusas, desde la remota Siberia hasta el norte helado cerca de Finlandia.
Las bases atacadas incluyen la de Belaya, en Irkutsk, donde se reportaron incendios masivos tras el impacto de los drones. La magnitud del ataque ha dejado a las autoridades rusas reconfigurando su estrategia, mientras que el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, elogia a su servicio de seguridad y al general Basil Maliuk, señalando que esta operación fue meticulosamente planificada durante más de un año y medio. “Puedo decir con seguridad que esta fue una operación verdaderamente única”, declaró Zelenski, enfatizando la sorpresa del asalto.
Los drones se encontraban camuflados en camiones modificados, posicionados estratégicamente cerca de sus objetivos, lo que facilitó un ataque sorpresivo que cruzó más de 4,300 kilómetros en territorio ruso. Esta acción ha sido catalogada como el golpe más devastador contra la Fuerza Aérea Rusa desde el comienzo de la invasión en febrero de 2022, y se produce justo un día antes de nuevas conversaciones de paz en Estambul.
El Ministerio de Defensa ruso ha confirmado los ataques, reconociendo daños en cinco campos de aviación y reportando que algunos intentos de defensa fueron repelidos en la región de Amur y en áreas occidentales como Ivanovo y Riasan. En medio de este caos, Zelenski ha instado a que si Rusia no muestra voluntad de diálogo, la presión debe intensificarse mediante sanciones. La situación se desarrolla rápidamente, dejando a la comunidad internacional en estado de alerta.