A los 78 años, Armando Alducín finalmente confiesa lo que todos sospechábamos.


**Armando Alducín, el pastor polémico que rompe el silencio a sus 78 años sobre sus tres matrimonios**

En un giro inesperado que sacude los cimientos de la comunidad cristiana, Armando Alducín, un pastor con más de cuatro décadas de ministerio, ha decidido hablar abiertamente sobre su tumultuosa vida matrimonial. A los 78 años, Alducín no se detiene en la controversia: revela que ha estado casado en tres ocasiones, desafiando las estrictas normas que rigen el matrimonio en su fe.

En una charla encendida, Alducín expone las verdades detrás de sus divorcios, comenzando con su primer matrimonio a principios de los años 70, que terminó abruptamente cuando su esposa abandonó tanto a él como a sus hijos. La historia se vuelve más compleja cuando revela que su segunda esposa, Linda, se fue tras un conflicto doctrinal, dejando a Alducín lidiando no solo con el dolor personal, sino también con la intensa crítica pública.

“Me comparaban con Salomón”, confiesa, mientras recuerda el escándalo que su vida personal ha suscitado. En medio de la tormenta mediática, el pastor se enfrenta a acusaciones de hipocresía por dar consejos sobre el matrimonio mientras su propia vida amorosa se despliega como un drama. Sin embargo, él sostiene que su experiencia le otorga una perspectiva única y necesaria.

Alducín, conocido por sus posturas audaces y su influencia en redes sociales, no se detiene ahí. Con un legado que incluye a su hijo, quien también sigue sus pasos, el pastor busca redimir su imagen y ofrecer una reflexión profunda sobre el matrimonio, un tema que ha dividido opiniones dentro y fuera de su congregación.

Al final de su relato, el pastor se presenta como un hombre en transformación, dispuesto a enfrentar la verdad de su vida con el mismo fervor con el que predica. Con su familia actual, formada por su esposa Marta y varios hijos, Alducín se aferra a la esperanza de que su historia sirva como un faro de aprendizaje en un mundo donde el amor y la fe a menudo chocan.