Miguel Uribe Turbay, el precandidato presidencial y senador, continúa en estado crítico tras un atentado que lo dejó gravemente herido hace tres semanas. La Fundación Clínica Santa Fe de Bogotá ha informado que, a pesar de haber comenzado una etapa subaguda en su recuperación, su pronóstico neurológico sigue siendo reservado. Uribe ha pasado más de 16 días en la unidad de cuidados intensivos, donde ha recibido atención médica constante, incluyendo intervenciones quirúrgicas como traqueostomía y gastrostomía.
El ministro del Interior, Armando Benedetti, ha planteado la hipótesis de que el ataque podría haber sido un intento de desestabilizar el gobierno de Gustavo Petro. Esta afirmación añade una capa de tensión política a un incidente que ya ha conmocionado al país. Mientras tanto, el abogado de la familia Uribe, Víctor Mosquera, ha presentado una denuncia penal contra el presidente Petro, acusándolo de fomentar un ambiente hostil hacia el senador a través de discursos de odio.
En medio de esta crisis, la Policía Nacional ha revelado la identidad de uno de los presuntos autores intelectuales del atentado: Élder José Arteaga Hernández, conocido como alias Chipi. Se ha ofrecido una recompensa de hasta 300 millones de pesos por su captura, lo que subraya la urgencia de la situación.
Las vigilias en apoyo a Uribe continúan, mientras sus familiares y simpatizantes claman por justicia. La situación es crítica no solo para el senador, sino para la estabilidad política del país. Con la investigación en curso y la atención del público en aumento, el futuro de Miguel Uribe y el clima político de Colombia están en un delicado equilibrio. La nación espera respuestas y justicia en medio de un panorama cada vez más incierto.