Un impactante giro en la violencia política ha sacudido a Colombia tras el brutal ataque a Miguel Uribe, donde un adolescente sicario disparó contra él. En un giro inesperado, el hombre que se convirtió en vigilante de justicia, Cristian Roberto Copajita Vargas, es un exmilitar con un oscuro pasado ligado a grupos skinhead. Las autoridades están investigando su violenta reacción, donde golpeó al joven pistolero, ya reducido y esposado, en un acto que ha desatado un debate sobre la justicia y la violencia en el país.
Copajita, con entrenamiento militar en la base de Tolemaida, ha compartido en sus redes sociales imágenes de su tiempo en el ejército, junto a fotos que revelan su afiliación a la cultura punk y skinhead. Su comportamiento agresivo, que incluyó patear al joven delincuente en la cabeza, ha sido grabado y ha generado una ola de indignación y confusión.
Mientras las autoridades buscan determinar si Copajita actuó como un espontáneo o si estaba involucrado en un plan más amplio para silenciar al atacante, su perfil en redes sociales revela un individuo perturbado, que clama por violencia y confrontación. “Quiero estallar, gritar, explotar”, escribió en una de sus publicaciones, lo que plantea serias dudas sobre su estado mental y motivaciones.
Este incidente no solo destaca la creciente violencia en el país, sino que también refleja la polarización política que se vive en Colombia. La situación se complica aún más con la proximidad de las elecciones, donde la seguridad de los líderes políticos se convierte en una preocupación crítica. La fiscalía avanza en la investigación, mientras el país observa con ansiedad cómo se desarrollan estos eventos alarmantes.