Carlos Eduardo Mora, el hombre capturado por su presunta implicación en el atentado contra el senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, ha revelado información explosiva que podría cambiar el rumbo de la investigación. Mora, imputado por tentativa de homicidio y porte ilegal de armas, confesó haber recibido órdenes de un narcotraficante conocido como “el costeño”, quien estaría operando desde Ecuador bajo la dirección de un capo apodado “el Churco”.
Este testimonio se produce en un contexto alarmante: el atentado, que dejó a Uribe Turbay en estado crítico, se asemeja a otros ataques en Colombia y Ecuador, incluyendo el asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio en 2023. Según Mora, días antes del ataque, transportó a su jefe y a su pareja en un Chevrolet Spark gris, realizando reconocimientos del lugar en Modelia, donde se perpetró el ataque.
El joven de 15 años que disparó contra Uribe, ahora bajo la lupa de las autoridades, recibió el arma de Mora. Este vínculo entre el crimen y las estructuras del narcotráfico pone en evidencia una red más amplia de delincuencia organizada que podría estar operando a ambos lados de la frontera. La situación es crítica: el senador sigue en cuidados intensivos, mientras su familia y seguidores mantienen la esperanza de su recuperación.
Las autoridades están investigando la conexión entre “el Churco” y otros crímenes violentos, lo que podría desvelar un entramado de corrupción y violencia que afecta a la política colombiana. La urgencia de este caso resuena en todo el país, donde la lucha contra el narcotráfico y la violencia se intensifica. La comunidad espera respuestas, mientras la presión sobre las autoridades crece para desmantelar estas redes criminales.