**El Jardín Secreto de George Harrison: Un Santuario de Música y Espiritualidad en Friar Park**
En el corazón de Inglaterra, más allá del estruendo de conciertos y la fama desbordante de los Beatles, se esconde una joya que muchos desconocen: Friar Park, el santuario personal de George Harrison. Este rincón mágico, repleto de historia y espiritualidad, se convirtió en el refugio del legendario músico tras la ruptura de la banda más influyente de todos los tiempos.
En 1970, con solo 27 años, Harrison buscaba un lugar donde desconectar del tumulto del mundo del espectáculo. Fue su amigo Derek Taylor quien le habló de Friar Park, una mansión victoriana de 120 habitaciones situada en Henley-on-Thames, construida en 1899 por el excéntrico abogado y alquimista Sir Frank Crisp. Este lugar, que alguna vez fue el jardín más visitado de Gran Bretaña, había caído en el olvido y la ruina antes de que Harrison lo comprara. Lo que otros veían como decadencia, él lo transformó en un oasis de creatividad y paz.
George Harrison no solo habitó Friar Park; lo vivió intensamente. Pasaba horas en sus jardines, podando árboles y construyendo estanques, encontrando en la jardinería una forma de meditación. “Todos deberíamos sentirnos invadidos por la naturaleza con regularidad”, solía decir. Para él, el jardín era como su música: requería atención, amor y paciencia. Con más de 15 hectáreas de terreno, Friar Park se asemejaba a un universo en sí mismo, con rincones dignos de un cuento de hadas: un lago artificial, un laberinto de grutas, invernaderos victorianos y hasta una miniatura de los Alpes.
El interior de la mansión era igualmente excéntrico, con vitrales góticos, techos tallados y una biblioteca privada que reflejaba su amor por lo espiritual y lo psicodélico. Cada habitación tenía un propósito específico, desde espacios para la contemplación hasta otros destinados a la música. En el corazón de este refugio se encontraba su estudio privado, el Friar Park Studio, donde grabó casi toda su discografía post-Beatles, desde el icónico “All Things Must Pass” hasta “Brainwashed”. Este estudio no solo era un lugar para crear música; era un santuario creativo donde la inspiración fluía libremente, rodeado de la serenidad de la naturaleza.
Harrison, conocido por su búsqueda de la belleza y la sinceridad en su arte, encontró en Friar Park un espacio donde podía ser él mismo, lejos de las presiones del éxito comercial. Allí, también profundizaba en su fe y practicaba la meditación, convirtiendo el silencio del campo inglés en el eco de su mundo interior.
A lo largo de los años, George Harrison vivió en Friar Park hasta su muerte en 2001. Su viuda, Olivia, y su hijo, Dani, han mantenido la propiedad tal como él la dejó, preservando su esencia casi sagrada. Aunque no se ha convertido en un museo, Friar Park sigue siendo un lugar privado y misterioso, un legado que encarna la búsqueda de paz, propósito y belleza que Harrison anhelaba.
Así, Friar Park se erige como un testimonio de la dualidad de George Harrison: el músico apasionado y el jardinero contemplativo. En este rincón oculto de Inglaterra, encontró lo que muchos buscan toda la vida: un refugio de serenidad en medio del caos. Su historia, llena de magia y espiritualidad, continúa inspirando a generaciones, recordándonos que, a veces, el verdadero éxito radica en encontrar nuestro propio jardín secreto.