¿QUIÉN MATÓ A LOS FUGITIVOS? FUERON ADVERTIDOS… Y NO ESCUCHARON
La tragedia que estremeció a un país no fue un simple ajuste de cuentas; fue el eco de una advertencia divina ignorada. Cinco músicos, jóvenes llenos de sueños y talento, cayeron en una emboscada mortal, sus vidas truncadas en un instante, dejando tras de sí un rastro de dolor y preguntas sin respuesta. En un rincón humilde de la ciudad, el pastor Eliseo, con lágrimas en los ojos y un clamor en el alma, había visto lo que estaba por venir. “No vayan”, les suplicó, presintiendo la muerte en sus corazones. Pero la fama y el dinero los cegaron, y sus risas ahogaron las advertencias.
Esa tarde, mientras el sol se ocultaba, los fugitivos se dirigieron a una fiesta donde la música sonaba, pero el ambiente era pesado. Un presentimiento inquietante llenaba el aire; uno de ellos incluso susurró a un técnico de sonido que algo no estaba bien. Sin embargo, el espectáculo continuó, y cuando los disparos resonaron, la fiesta se convirtió en un escenario de horror. El caos se desató, pero ellos no corrieron, como si supieran que su destino ya estaba sellado.
La noticia de sus muertes se propagó rápidamente, pero en una pequeña iglesia, el lamento del pastor Eliseo resonó con mayor fuerza. Para él, aquellos jóvenes no eran criminales, sino hijos perdidos. Su llanto no solo era por la pérdida, sino por las oportunidades ignoradas, por las advertencias desoídas. En su corazón, Eliseo sabía que Dios había intentado salvarlos, pero el mundo había sido más fuerte.
El eco de su tragedia se convirtió en un grito de alerta para otros jóvenes que, como ellos, caminan por senderos peligrosos. En cada lágrima, en cada oración, la historia de los fugitivos se transforma en una advertencia: cuando se ignoran las voces del cielo, el enemigo no tarda en cobrar su precio. Esta no es solo una historia de crimen; es un llamado urgente a la reflexión, un recordatorio de que el tiempo para cambiar el rumbo puede ser más corto de lo que imaginamos. La vida es frágil, y las decisiones que tomamos hoy pueden sellar nuestro destino mañana.