Lewis Hamilton ha lanzado una bomba que sacude los cimientos de Ferrari tras un desastroso Gran Premio de Imola. En un momento que debería haber sido de celebración para la Scuderia, el piloto británico se convirtió en el portavoz de una crisis inminente, dejando claro que algo anda terriblemente mal con el SF25. No se trató de un susurro en el paddock ni de un comunicado cuidadosamente elaborado; fue un grito estruendoso que resonó en la pista, justo después de la bandera a cuadros, ante la multitud local que esperaba un regreso triunfal.
Imola, un circuito icónico, estaba destinado a ser el escenario de la redención de Ferrari. Con las gradas repletas de apasionados tifosi ondeando banderas rojas, las expectativas estaban por las nubes. Sin embargo, lo que se presentó fue un espectáculo de confusión y humillación. Desde la primera práctica, Hamilton mostró optimismo, pero pronto la situación se tornó sombría. La velocidad y la estabilidad del coche se desvanecieron, dejando al piloto luchando por controlar un monoplaza que no respondía.
El clima de tensión se intensificó durante la carrera, donde Hamilton, visiblemente frustrado, transmitió por radio su descontento. La situación culminó en una declaración contundente: “No podemos competir así”. Sus palabras, cargadas de decepción, revelaron problemas profundos en el coche, especialmente con los frenos, que afectaban no solo su confianza, sino también la de su compañero Charles Leclerc.
Ferrari no solo enfrenta un problema técnico; se encuentra al borde de una crisis de confianza. La falta de fiabilidad en el SF25 plantea serias dudas sobre la capacidad del equipo para competir al más alto nivel. La presión recae sobre la dirección del equipo, con Red Vaser al mando, mientras los aficionados y expertos cuestionan si Ferrari realmente avanza o simplemente parchea viejos problemas.
Mientras el mundo del automovilismo reacciona ante la brutal honestidad de Hamilton, la respuesta de Ferrari ha sido rápida, pero insuficiente. Las declaraciones oficiales intentan calmar la tormenta, pero el escepticismo entre los seguidores crece. La pregunta que queda es si Ferrari puede rectificar el rumbo a tiempo o si el sueño de Hamilton de construir un equipo campeón se desvanecerá, dejando a ambos en la búsqueda de sombras en el futuro.