Un atentado impactante sacude a Colombia: Miguel Uribe Turbay, candidato presidencial, fue atacado por un adolescente de solo 15 años. Este suceso, que tuvo lugar el viernes durante un mitin, ha desatado un torrente de preocupación en un país que aún lucha con las sombras de la violencia.
El joven sicario se acercó a Uribe y le disparó dos veces por la espalda, dejándolo gravemente herido. Desde entonces, el candidato se debate entre la vida y la muerte en la Fundación Santa Fe de Bogotá. Las autoridades han confirmado que su estado es crítico, y su familia espera un milagro para su recuperación. Mientras tanto, el país observa con incredulidad, recordando el oscuro pasado de violencia política que aún persiste.
La Fiscalía ha revelado que el arma utilizada en el ataque fue adquirida legalmente en Arizona en 2020, lo que plantea serias preguntas sobre cómo llegó a manos del menor. Este hecho resalta la preocupante conexión entre el crimen organizado y la juventud, un ciclo que parece no tener fin en Colombia.
María Claudia Tarazona, esposa de Uribe, ha compartido un emotivo mensaje en redes sociales, clamando por un milagro mientras la nación se une en oraciones por la salud del candidato. Este ataque no solo golpea a una familia, sino que también envía ondas de choque a través de un país que esperaba dejar atrás su historia de violencia.
A medida que se acercan las elecciones presidenciales de mayo, la situación se torna más alarmante. Uribe, nieto de un expresidente y hijo de una periodista asesinada, representa a una generación que ha vivido en medio de la violencia. La pregunta que todos se hacen es: ¿cómo se detendrá esta espiral de sangre?
Las autoridades han prometido investigar a fondo el incidente, pero la incertidumbre y el miedo reinan en un país que aún lucha por sanar sus heridas. La violencia resurge como un fantasma en el horizonte, recordando que el camino hacia la paz en Colombia es aún largo y complicado.